H-PROJECT

h is a project with readings at various levels, aesthetic and conceptual, with an informational vocation, and that in its last objective addresses the analysis of the archetype, the only explanation for the author of obtaining complex knowledge. 
The city is lavish in images, documents, references, reality or its appearance, escape from the Universe of the obvious is not easy task, nevertheless for the author is the window towards a world in which Taisen Deshimaru, Richard Feynman, or Ernesto Cardenal coexist and show a way.
h is the Planck constant, origin of quantum mechanics, 6.63x10-34, figure obtained in 1905 using simply pencil and paper.
Project h is born as a photobook, a priori a suitable way of intermingling image and quotation, and crystallizes in a first dummy, but from a certain point acquires its own moment, and evolves towards a multidisciplinary exhibition in which sound, physical image that invites to be touched, a physical image that invites the submersion, drawing, volume, gravitation, textile apparatus, allow a configurable personal experience in which each viewer finds its own internal resonances.
Project h is part of a trilogy, in which the next installment, Project i, inquires about the root of beauty, desire and its formulation / mathematical relationship. The root of minus 1, symbolized by i, constitutes the nucleus of the imaginary numbers, which are the basis of the mathematical apparatus that develops quantum mechanics, and for Lacan it was surprisingly associable to the male penis.
Work finalist at Descubrimientos PHE, La Fábrica Photobook Week, exhibited at PHE 2015, Fotonoche Centro de Arte Alcobendas 2015, Spanish Royal Photographic Society 2016, Libros Mutantes La Casa Encendida, Kassel FotoBook Festival 2017, Photo Ireland Festival, Fundación Canal
h, la constante de Planck, origen de la mecánica cuántica, origen de casi todo. Una cifra minúscula, observable solamente al analizar lo minúsculo, lo infinitamente cercano, obtenida en 1901, por Max Planck, con lápiz y papel, sin ordenadores, sin 2.0, la energía no se emite de forma continua, se emite en paquetes, en “cuantos”  múltiplos de h.
Al final resulta que energía y masa son lo mismo, y Einstein al observar lo infinitamente lejano, nos presenta un espacio donde el tiempo ha pasado a ser una dimensión más (relativa), lo que ya sabe cualquier amante que espera, y este espacio-tiempo es además curvo, y quién lo curva es la gravedad, ¿quién se lo iba a decir a Newton? Newton no podía entender la relatividad, quizá nunca amó.
Einstein, genial, aunque determinista, no aceptaba sin embargo la conjugación probabilística de la ecuación de onda de Schrödinger, y sus implicaciones. Dios no juega a los dados, dijo. Pero Mallarmé le refutó medio siglo antes, un coup de dés jamais n´abolira le hasard. Un azar que guiaba las gotas de Pollock. Un azar que Duchamp se atrevió a meter en cajas. Azar, ondas, al fin y al cabo música.
Para Einstein lo más incomprensible del mundo es que fuera comprensible. Pero Dirac, realizó un fenomenal palimpsesto al reescribir la ecuación de Schrödinger haciéndola compatible con la teoría general de la relatividad, una lápida en Westminster muestra la única fórmula física que existe en una iglesia. 
i γ δ ψ = m ψ                                     
Borges nos habla en el jardín de senderos que se bifurcan, de la bifurcación en el tiempo, de la coexistencia de varios porvenires, de innumerables futuros. Ts´ui Pên deja un mensaje quince años antes a Hugh Everett, que lo entiende, no le entienden y abandona la física. Por lo menos no le obligan a firmar, como a Galileo, que a pesar de todo nos deja la base para que Lorentz relacione posición y velocidad, cuando ésta es muy, muy grande.
Un jardín, oriental, una representación del cosmos,  escenario preferente de la meditación zen. En un grano de arroz he encerrado todo el universo, dice Taisen  Deshimaru. Quizá el chi no está lejos del élan vital de Bergson. Chi, con h intercalada, con la ch que existía de cuando niño.

 

Ya los griegos en su búsqueda del arché vislumbraban los arquetipos de Jung, que tan bien describe Pauli cuando habla de la felicidad que produce el encaje de un objeto del mundo, su funcionamiento, y la imagen preexistente en el alma. Hay ciencia cuyo desarrollo matemático, partiendo solamente de unos postulados, reviste tal complejidad, ajena por completo a la cotidianidad, que sólo puede explicarse recurriendo al arquetipo. Heisenberg, no satisfecho con el impacto de su principio de indeterminación, que todavía hoy muchos no entienden, va más allá, y se aventura a psicoanalizar a los poetas, para él, las imágenes poéticas enlazan también con patrones mentales inconscientes. No me cabe duda.
Parece además que estamos programados para hablar (quizá también para escribir), de contrario, el descubrimiento del lenguaje no habría sido posible. Imágenes de una estructura linguística previa.
Imágenes mentales, imágenes físicas, imágenes virtuales, la primera cámara que viajó al espacio era una Hasselblad, otra h. Mi cámara no tiene una h, pero cada vez que enfoco, un rayo va, vuelve, y algo mide el tiempo que el rayo tarda en ir y volver, y de ahí deduce la distancia, casi magia hoy, casi magia ayer.
Ezra Pound consideraba el Universo como un inmenso poema roto, así que para recomponerlo no paró de escribir, ahí están los Cantos, una suerte de teoría del todo en verso libre.
El poeta Cardenal nos cuenta que el 1% de la luz que vemos en un televisor encendido y sin señal es radiación de fondo, cósmica, fruto del Big Bang.  Podemos ver 10.000 millones de años después, nuestro nacimiento, sin salir de casa, sin telescopio, sin casi nada.
Para Hawking no existe Dios. Se equivoca. Si no se equivocara no podríamos ver las estrellas, inmersos en una permanente noche blanca.
Pero la noche no es blanca, gracias a eso, y a Sagan, desde el Voyager se vió, y fotografió, un pequeño punto azul pálido. El Voyager, viajero, incansable diría yo, lleva 37 años mandándonos imágenes, abandonando ya el sistema solar, a 20.000.000.000 de kilómetros de distancia, dios mío.
 Un universo que parecen comprender,  o ver,  o solo intentarlo, poetas, físicos nucleares y maestros zen, un universo, kosmos, enlazado por una h.